jueves, 19 de junio de 2014

Hernán Asalgado, instructor de taiji quan: "Los primeros enemigos que hay que derrotar son los enemigos internos"

Un viernes de verano por la tarde, Hernán Asalgado miraba las noticias en televisión, particularmente la sección en la que mostraban el panorama para el fin de semana. Entre las ofertas del noticiario, una llamó su atención: se realizarían clases gratuitas de tai chi en la playa de Concón, lugar donde el residía. 

Las clases eran impartidas por un joven estudiante de kung fu (Choy Lee Fut) llamado Rodrigo … que también practicaba tai chi. Hernán pronto sería kinesiólogo y a Rodrigo le causó buena impresión que él quisiera aplicar el tai chi para ayudar a las personas a mejorar su salud. Coincidió que vivían cerca y se fueron haciendo amigos. Durante este tiempo Hernán conoció nuevos elementos de la cultura china, como el “chi kung”, literatura sobre el tai chi, e incluso aprendió a tomar té verde.


“Sigue practicando hasta que te encuentres con un buen profesor” le dijo Rodrigo, y le dejó un par de consejos para reconocer al profesor adecuado: debía fijarse en el linaje, y no dejarse llevar por cuanto cobrara.

Eventualmente Rodrigo partió a probar suerte a Estados Unidos, y Hernán viajó a Temuco para estudiar kinesiología en la UFRO. Sin un maestro que lo guiara, se vio obligado a practicar sólo entre los arboles de la pista atlética de la universidad. Pero un día mientras caminaba, Hernán vio un afiche pegado a un poste que decía “APRENDE EL AUTENTICO ARTE MARCIAL CHINO, SHAOLÍN DEL NORTE, EL ESTILO DE LA GRULLA BLANCA, Y TAIJI QUAN, ESTILOS YANG Y CHEN”.

El joven estudiante fue a preguntar los precios de las clases, los cuales resultaron demasiado elevados para su presupuesto. Cuando se iba retirando el maestro de la escuela, Víctor Velásquez, le preguntó “bueno, ¿cuándo vas a venir a entrenar?”. Hernán le dijo que apenas tuviera dinero iría a entrenar, pero el maestro le ofreció un trueque: el debía conseguirle estudiantes, y a cambio el le permitiría aprender de forma gratuita.

No pudo encontrar estudiantes para llevar, pero eso no impidió que pudiera asistir a las clases del profesor Velásquez. Durante este tiempo el que pronto sería kinesiólogo tenía que cumplir con el internado que se le exige a las carreras médicas, por lo que apenas salía de esta labor corría a entrenar. “Era el primer estudiante en llegar y el último en irme, y entrenaba todos los días” cuenta Asalgado, quién en la actualidad imparte clases de tai chi en Valdivia.

Hernán siguió entrenando, y aunque a veces viajó a lugares donde no podía seguirse reuniendo con su maestro,siempre volvió a sus raíces en el tai chi. Inclusive se aventuró en karate shotokan y shorin ryu, pero su maestro pronto le mencionó que se le notaba “el tigre en la espalda” (haciendo alusión al símbolo del karate shotokan que es un tigre), ya que sus movimientos se habían endurecido y perjudicaba su práctica del tai chi, el cual debe ser suave. Si embargo Asalgado  reconoce haber aprendido bastante de su incursión en estas artes marciales.

“El fundador de shorin ryu aprendió su estilo basado en las técnicas de kung fu que se enseñaban en Fuken, entonces tampoco estaba tan alejado de lo que se practicaba en tai chi, habían principios que teníamos en común y me sirvió”, confiesa.

Finalmente Hernán se estableció en Valdivia, y en la actualidad lleva 7 meses enseñando tai chi en un espacio facilitado por el sensei de aikido, José Luis Barrera.  “El quería que alguien enseñara tai chi en su dojo y me ubicó, yo le dije perfecto, yo enseño tai chi pero mis condiciones son: lo que yo enseñe tiene que ser para beneficio de todos, por lo tanto no puedo cobrar” cuenta el instructor.

A sabiendas de que el profesor Barrera tenía que pagar el arriendo del local, Hernán le ofreció que lo que dejaran sus estudiantes voluntariamente quedaría una parte para el pago de este, y otra para sus propias necesidades..

Asalgado cuenta que el sensei nunca se quejó. Incluso llevaron a cabo tres seminarios los cuales fueron financiados mediante rifas. Durante ese tiempo Hernán estuvo alejado un mes en un retiro, pero cuando volvió sus estudiantes habían vendido las rifas. “Cuando regresé, sortearon las rifas, las personas que se ganaron los premios estaban muy contentas y reunimos el dinero que necesitábamos para traer a mi profe, pagarle y arrendar el dojo”, recuerda.

La escuela de tai chi “Shen Wu Guan Valdivia” mantiene regularmente entre 18 a 20 estudiantes, y cuando alguno no puede seguir asistiendo debido a falta de tiempo se ofrece el cupo en la página de Facebook “Tai Chi Valdivia”.

En armonía con el cielo y la tierra

El profesor de la escuela Shen Wu Guan Valivia explica que el tai chi contribuye a mejorar la salud física y mental pero “el camino en su forma, es el camino de un guerrero, y el camino de un guerrero debe desarrollarse en lo moral, en autocontrol, y en sabiduría”.

Asalgado indica que el enfoque de su escuela es uno tradicional, y no deportivo. La meta no es ganar competencias, sino que autosuperarse. “Cada uno tiene que progresar a su ritmo y conseguir nuevas habilidades en lo mental, moral y físico”, señala.  

Hernán aclara que el tai chi es un sistema interno, por lo que se desarrolla desde adentro hacia afuera. Cuando se estudian las técnicas se aprende su aplicación en combate, pero no se aprende a combatir hasta que la persona ha refinado los principios.

“Yo les enseño a mis estudiantes que un buen practicante de tai chi debe desarrollar las técnicas de combate, pero antes debe desarrollar lo interno, porque de todos los guerreros que hay que derrotar, los primeros son los enemigos internos. Cuando eres capaz de derrotar a todos tus enemigos internos, ya no necesitas derrotar a tus enemigos externos, porque ya no son un problema” explica el profesor.

Asalgado cuenta que los taoístas buscaban vivir en armonía con las leyes del cielo y la tierra, y esto es lo que se busca aprender a través del tai chi. “Si una persona solo aprende combate, sin moralidad, no se va a convertir en un artista marcial, se convertirá en un carnicero, y eso no es lo que busca tai chi”, manifiesta Hernán.

Vivir en armonía con el cielo y la tierra  podría traducirse en términos marciales, que si en algún momento es necesario recurrir a la violencia, se debe hacer de forma controlada, buscando armonizar la situación con el mínimo esfuerzo necesario, y no necesariamente dañar al oponente.

Formas y Chí

Cuando uno observa a alguien practicando tai chi suele ver una fluida coreografía de movimientos que parecen no tener mayor complejidad, ni exigencia física. El profesor Hernán me invitó a conocer su escuela y practicar un rato. Me encontré con que mi cuerpo era pesado, que mis piernas se cansaban rápidamente, y que el tai chi era mucho más exigente de lo que se ve a primera vista.

En la visita aproveche de hablar con algunos estudiantes, entre ellos Víctor González, de 27 años,  quien lleva 5 meses entrenando en la Shen Wu Guan de Valdivia. Le pregunté lo que pensaba sobre el clásico prejuicio de que el tai chi es “para gente mayor”, y me respondió que antes de practicar el pensaba lo mismo, y que si no lo hubiera conocido, lo seguiría pensando.

También le consulté si sentía que esto lo ayudaba de alguna forma. “Me ha ayudado bastante en mi condición física, hasta en el carácter, el control mental, podría no reaccionar de una manera negativa ante la presión que el mundo ejerce en el trabajo sobre todo”, me contestó.

Un opinión similar tienen Tatiana Pérez y Katina Zavala de 40 y 38 años respectivamente. Ambas son bio-químico y trabajan en un laboratorio de la Universidad Austral de Chile. Llevan 8 meses entrenando tai chi y reconocen que ha sido beneficioso para sus vidas. Tatiana destaca que es “para todo tipo de personas, no importa tu peso, ni tu edad y eso me encantó. Porque la cosa de los gimnasios y yo, no van juntas, entonces además que es como ejercicio físico e interior también, las dos cosas”.

El trabajo exterior, o ejercicio físico, se da principalmente a través de las formas que son secuencias de movimientos aplicables al combate y “es similar a la kata”, indica Asalgado. Pero estos movimientos se deben hacer con fluidez, cuerpo alineado, conciencia del cuerpo y control, lo que inevitablemente lleva al trabajo interior. Al hacer estos ejercicios uno rápidamente genera mucho calor a pesar de la lentitud con que se practican, y esto se debe a un mayor flujo del “chi”, explica el profesor.

Al preguntarle a Hernán sobre que se entiende por chi me indica que “las traducciones que más se ocupan son: energía, aliento vital, respiración. En general energía es la que engloba a todas y sabemos que la energía es la capacidad de producir trabajo”.

Asalgado pone enfásis en la importancia de cultivar el chi. “Para el beneficio nuestro, para el beneficio de los demás, para mantenernos sanos, para sanarnos, para rehabilitarnos si es necesario, para sacarle el mejor provecho, para sacarle una eficiencia energética. Taichi es eficiencia energética en todo momento es eficiencia energética”, concluye el instructor.>>

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