martes, 24 de junio de 2014

La autenticidad marcial de Avatar, la Leyenda de Aang

En esta edición vamos a hablar de “Avatar, la Leyenda de Aang”, y “Avatar, el Último Maestro del Aire”. La primera es una serie y la segunda una película que trata sobre las aventuras de Aang, un niño que tiene nada menos que la responsabilidad de mantener el equilibrio entre los elementos que existen en el mundo ficticio donde vive.




Hemos decidido analizar esta serie/película con un fin que no es difundir un título, el cual ya es bastante conocido por sus propios méritos, sino que buscando esclarecer la directa relación que estas tienen con el mundo de las artes marciales.

La historia del Avatar se desarrolla en un mundo ficticio donde conviven 4 naciones, las tribus del Agua, el Reino Tierra, los Nómadas del Aire y La Nación del Fuego, en cada nación conviven maestros (guerreros) de los diferentes elementos anteriormente mencionados junto a personas “comunes” que pueden ser campesinos, artesanos y comerciantes. Estos guerreros tienen control sobre los distintos elementos que designan las  naciones, agua, tierra, fuego y aire.



A pesar de que los maestros usan su control de los elementos para atacar y defenderse, los movimientos que hacen para llevar a cabo este “control” están basados es distintos estilos de artes marciales chinas. Xifu Kisu, un artista marcial de larga trayectoria fue quien ayudó a determinar que estilo representaba a que elemento, y además contribuyó a una animación más precisa de las coreografías en la serie.




Los maestros agua sacan sus movimientos del tai chi, el cual desarrolla un trabajo espiritual interno importante, como también la lucha cuerpo a cuerpo. “El tai chi se trata menos sobre la fuerza, y más sobre el alineamiento del cuerpo, estructura corporal, respiración y visualización. Su suavidad se puede aplicar al agua”, explica Kisu. 

Los maestros tierra ejecutan el hung gar, el cual es un sistema del kung fu, que se traduce como "boxeo de la familia Hung”. Estos guerreros realizan posiciones bajas y fuertes, desplazamientos estables y penetraciones directas; poniendo énfasis en el desarrollo del timing (percepción del paso del tiempo en la contienda) y la resistencia al esfuerzo. “Hung gar está basado en los movimientos de animales, especialmente el tigre que representa el poder duro, y la grulla, que simboliza el poder suave. A veces se le llama estilo del tigre y la grulla”, agrega el experto.

Los maestros del Reino del Fuego hacen “fuego control” con movimientos que nacen del kung fu de los Shaolin del Norte. “Es un estilo muy fuerte y dinámico que usa poderosos movimientos de manos y piernas. Los estilos norteños de kung fu generalmente enfatizan en técnicas de largo alcance, posturas amplias, avances y retiradas veloces, técnicas de salto y patadas, bloqueos circulares, rapidez, agilidad,  ataque agresivo”, describe  el Xifu.

Y los maestros Aire practican el baguazhang o caminada en círculos, ya que se desplazan a través de un círculo imaginario. “La idea en el combate es que los practicantes de baguazhang puede posicionarse detrás de ti y poner una mano en tu columna, para que no puedas girar y verlo”, indica Kizu.

Los cuatro elementos descritos han servido de base para la lógica y evolución del pensamiento en varias culturas, como por ejemplo la griega y en el budismo temprano. En la India se le agregó a estos el éter, y en Japón, el vacío. En China, los elementos son el fuego, aire, tierra, madera y metal, siendo este último también controlable por maestros avanzados de tierra en la serie de Avatar.

Cualquier persona que practique artes marciales orientales tradicionales habrá analizado la presencia y aplicación de los elementos en sus movimientos. A pesar de que hay varias interpretaciones sobre esto, nosotros recurriremos al “Libro de los Cinco Anillos” escrito por el samurái japonés Miyamoto Musashi, entre los años 1643 y 1645, en un periodo de retiro de su actividad como guerrero, para apreciar algunas posibilidades de como se pueden entender los elementos en situaciones prácticas.

El texto es un tratado sobre la lucha, estrategia y el kenjutsu o esgrima, y en la actualidad se ocupa incluso como referencia de estrategias de mercadeo. Si bien en un comienzo estaba dirigido a formar las bases de la Niten-ichi-ryu o “escuela del Doble Sable”, también sirvió para simbolizar y metaforizar procesos de lucha y maestría en diversos ámbitos de la vida, no tan solo en las artes marciales.  Está dividido en cinco partes, cada una asociada a uno de los elementos japoneses.

El Libro de la Tierra, trata sobre la naturaleza de las artes marciales, introduce a ellas al afirmar que el ser un guerrero es tan solo un camino en la vida, pero que sin embargo, éste es sólo recorrido por valientes, pues quien practica artes marciales (los cuales son los medios del guerrero para ser leal a su señor, como también ser conocido y respetado), debe seguir una vía tanto cultural como marcial, tomando el perfeccionamiento en estos dos ámbitos como una regla de vida.

En este capítulo, Miyamoto Musashi recalca que la sociedad se divide en 4 grupos, los guerreros, campesinos, artesanos y comerciantes. Cada persona que siga uno de estos caminos se hace experta en él, sin embargo, encuentra semejanzas entre el camino seguido por el guerrero y el recorrido del artesano, específicamente con el del carpintero.

Según Miyamoto, esta coincidencia se debe a que “el uso de los métodos más simples y eficaces, el conocimiento de la capacidad de los hombres a su cargo, la aptitud de planificación y por consiguiente la posibilidad de conocer de antemano lo que es posible y lo que no, el don de mando unido a la prudencia, despiertan el entusiasmo y la confianza de los subordinados; todos estos son aspectos que el maestro carpintero debe saber manejar adecuadamente. Estos principios se aplican también en las artes marciales”.

De a cuerdo a él, para encontrar la explicación a las artes marciales hay que “penetrar lo pequeño partiendo desde lo grande, de la misma forma que se parte de lo superficial para penetrar en lo profundo. Para construir un camino llano es necesario nivelar la tierra”, por eso llamó a la primera sección Libro de la Tierra.

En el libro del Agua el autor desarrolla su ideal para su “escuela de las dos espadas”, este capítulo recalca el potenciar tanto de la capacidad de adaptación como también de la perseverancia que debe tener quien quiera dominar algún arte marcial.

Para el japonés, el artista marcial va a adquirir mayor seguridad solo si ejecuta su arte en forma perfecta, y eso se logra siendo metódico, constante y perseverante en la práctica: “una vez en posesión de las bases del arte marcial, cuando el cuerpo y el espíritu se ajustan al ritmo de cada situación en forma espontánea, estamos en condiciones de combatir con éxito”.

Posteriormente esta el Libro del Fuego, el cual desarrolla el combate abierto, tanto entre dos personas como entre dos ejércitos. El guerrero debe ser capaz de identificar cambios de movimientos en la totalidad de la batalla, como en determinados frentes.


En el libro del Fuego Musashi explica las etapas de una lucha, ya sea entre un par de contrincantes o el enfrentamiento entre dos ejércitos, de la misma forma recalca la importancia de la concentración en estas instancias, en las cuales sólo se alcanza el perfeccionamiento con la constante practica y estudio tanto de los movimientos del contrincante como los propios.

Lo esencial es conocer las debilidades y fortalezas del enemigo, como también el ser conscientes de todos los factores involucrados en un enfrentamiento, para así poder crear una estrategia de combate, acercándose cada vez más a la perfección.

Todo esto se logra mediante veinte y siete tácticas, movimientos, posturas y situaciones detalladas en el Libro del Fuego, entre los cuales se encuentran la ubicación del guerrero en el espacio, donde se pone énfasis en el aprovechar tanto la altura, obstáculos y accidentes del terreno en beneficio propio. También las formas de tomar la iniciativa, ser el primero en atacar, realizar un contra ataque o hacerlo simultáneamente con el enemigo, entre muchos otros.

Mientras que en el Libro del Aire, el Sensei pretende diferenciar la “Escuela de Las Dos Espadas” de otras. Por ejemplo, según él su escuela enfatiza la precisión de los movimientos en vez de “florear” éstos, como lo hacen otras escuelas.

También cuestiona las escuelas que tienen tendencia a usar un solo tipo de espada, ya sea larga o corta. Quien quiere seguir el “camino del guerrero” debe ser capaz de evidenciar en su análisis todos los factores en un enfrentamiento con armas, desde la habilidad propia y del oponente con dicha arma, el espacio donde se desarrolla el combate y no dejarse llevar por suposiciones que aunque sean populares, son infundadas.

El guerrero debe siempre ser capaz de prever los movimientos del oponente, cosa que los propios sean lo más precisos y concisos posible, esto se logra internalizando y aprendiendo de los posibles errores en luchas pasadas.

En general el libro del viento trata sobre las prioridades que debe tener el guerrero en una lucha, entre los que se destacan el tener una mirada amplia y no tan solo enfocarse en un solo detalle, al tener una perspectiva general del enfrentamiento, “el guerrero podrá alzarse como el vencedor, puesto que podrá aprovechar el momento adecuado, haciendo uso de sus habilidades, astucia e instinto para llevar a cabo este fin”.

Si bien Miyamoto Musashi escribió este texto como una guía para los que eligieran seguir la senda de la “Escuela de las dos espadas”, en nuestros días podemos aplicar el concepto de “poner atención tanto en lo macro como en lo micro” en todos los aspectos de nuestra vida, tanto en nuestra relación entre nosotros como con nuestro medio ambiente.

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Edición N°4